jueves, 17 de mayo de 2012

Venceréis pero no convenceréis

Miguel de Unamuno

Miguel de Unamuno (1864 – 1936) escritor y filósofo español, perteneciente a la generación del 98, era en 1936, año en el que comienza la Guerra Civil Española, rector de la Universidad de Salamanca. 

El 12 de octubre de 1936 se celebró la Fiesta de la Raza en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca. Los actos fueron presididos por Unamuno y el general franquista Millán Astray. El profesor Francisco Maldonado pronunció un discurso atacando a Cataluña y el País Vasco. Unamuno, indignado, comenzó a hacer algunos comentarios al discurso; sin embargo, fue interrumpido por Millán Astray al grito de ¡Muera la intelectualidad traidora! ¡Viva la muerte!

Unamunó contestó tajante: Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote! Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho.

Sólo la intervención de Carmen Polo evitó la tragedia, ya que algunos militares habían tomado sus armas. La esposa de Franco, cogió a Unamuno del brazo y le acompañó hasta su casa. Diez días después fue destituido como rector de la universidad. Pasó los últimos días de su vida bajo arresto domiciliario.

Miguel de Unamuno

martes, 8 de mayo de 2012

¡Sólo he contado la mitad de lo que vi!

Marco Polo.

Marco Polo (1254-1324) fue un explorador y mercader venciano que viajó por la Ruta de la seda a China.

En el año 1271 acompañó a su padre y su tío en un viaje, que duró cuatro años, hacia el imperio Mongol. Atravesaron Israel, Armenia, Georgia, Persia, etc. Cruzaron las montañas y desiertos de Asia Central a través de la Ruta de la Seda, hasta alcanzar Shang-tu, residencia veraniega del soberano mongol Kublai Khan.

Marco Polo conquistó el favor del Khan, quien le nombró consejero. Trabajó como emisario del Khan durante diecisiete años, lo que le permitió conocer la geografía y las costumbres de la cultura mongol.

En 1295 regresó a Venecia  y en 1298 tomó parte en la batalla naval de Curzola entre Génova y Venecia. Fue hecho prisionero y durante su cautiverio dictó un relato de sus viajes (El libro de las maravillas) por el Lejano Oriente.

En su lecho de muerte, su familia pidió a Marco que confesase, por la salvación de su alma, que había mentido en sus historias. Marco se negó, insistiendo: ¡Sólo he contado la mitad de lo que vi!.

La caravana de Marco Polo.

martes, 24 de abril de 2012

Llora como una mujer lo que no supiste defender como un hombre

Aïsha bin Muhammad ibn al-Ahmar


Aïsha bin Muhammad ibn al-Ahmar, conocida por la tradición española como Aixa o Fátima fue madre de Boabdil, último rey de Granada.

Fue una mujer muy activa políticamente. En 1482, instó a su hijo primogénito, Boabdil a sublevarse contra su padre, Muley Hacén, para asegurar su sucesión al trono. En 1483, negoció la liberación de Boabdil, tras haber caido prisionero de los cristianos en la batalla de Lucena. Y se implicó en la resistencia a las tropas cristianas durante la Reconquista.

Tras la toma de Granada por los Reyes Católicos, acompañó en 1493 a Boabdil en su exilio a Fez. Cuenta la leyenda que cuando iban camino de las Alpujarras, Boabdil echó la vista atrás, llorando, para contemplar Granada por última vez. Aixa le dijo: llora como una mujer lo que no supiste defender como un hombre.

No hay ninguna documentación al respecto que atestigüe estas palabras.Sin embargo, el monte en el que supuestamente Boabdil lloró por su ciudad perdida es conocido con el nombre del Suspiro del moro.

Boabdil abandona la Alhambra. Antonio Guijarro Morales.

domingo, 15 de abril de 2012

Pero, si son los mismos perros con otros collares

Fernando VII

Fernando VII (1784 - 1833) fue rey de España durante 1808 y tras la expulsión de José I Bonaparte, desde 1813 hasta su muerte, exceptuando un breve periodo en 1823, cuando fue sustituido por el Consejo de Regencia.

En 1820 estalló una revolución que dio comienzo al Trienio Liberal. El rey se vio obligado a jurar la Constitución y a acatar las medidas en contra del absolutismo. Sin embargo, Fernando VII conspiraba secretamente para acabar con el régimen constitucional, cosa que conseguiría en 1823 con la entrada en España del ejército francés de los Cien Mil Hijos de San Luis.

Con la vuelta al absolutismo, el rey licenció a la milicia de Madrid, afecta al régimen liberal y constituyó otra con voluntarios realistas. Cuando los voluntarios se presentaron ante el rey, éste se sorprendió al reconocer a los milicianos liberales que acababa de licenciar. Entonces comentó irónicamente: Pero, si son los mismos perros con otros collares.

Fernando VII en traje real. Francisco de Goya.



jueves, 12 de abril de 2012

Clemente, y tú también Felipe, traidores a la palabra dada, ¡os emplazo a los dos ante el Tribunal de Dios!

Jacques de Molay.

Jacques de Molay (entre 1240 y 1244-1314) fue el  último Gran Maestre de la Orden del Temple.

La Orden del Temple fue fundada por nueve caballeros franceses tras la Primera Cruzada para proteger a los cristianos que peregrinaban a Tierra Santa. Tras ser aprobada oficialmente por la Iglesia Católica, su poder creció, llegando a gestionar una compleja estructura económica y financiera. Los templarios se convirtieron en prestamitas de las grandes fortunas de la época. Nobles e incluso reyes como  Felipe IV de Francia eran deudores del Temple. Éste, profundamente endeudado con la Orden, comenzó a presionar al Papa Clemente V para que tomara medidas contra los templarios.

El viernes 13 de octubre de 1307, en una operación conjunta y simultánea en toda Francia, los templarios fueron arrestados bajo la acusación de herejía, sodomía y adoración a ídolos paganos. Sometidos a tortura muchos confesaron para salvar sus vidas, entre ellos el Gran Maestre, Jacques de Molay.  Además, sus bienes fueron requisados y pasaron a formar parte de la Corona.

Molay fue quemado en la hoguera frente a la catedral de Notre Dame en París, tras proclamar la inocencia de la Orden. En sus últimas palabras invitó al Papa y al rey de Francia a unirse, en el plazo de un año, al juicio de Dios:

Clemente, y tú también Felipe, traidores a la palabra dada, ¡os emplazo a los dos ante el Tribunal de Dios!... A ti, Clemente, antes de cuarenta días, y a ti, Felipe, dentro de este año...

Lo sorprendente es que la profecía se cumplió: el Papa Clemente murió treinta y tres días después, posiblemente envenenado; Felipe V, nueve meses después, tras un accidente de caza.

Jacques de Molay.

lunes, 9 de abril de 2012

¿Y acaso crees que yo estoy en un lecho de rosas?

Cuauhtémoc 

Cuauhtémoc (1496 - 1525), cuyo nombre significa águila que desciende, fue el último emperador azteca de Tenochtitlan. Cuando asumió en 1520 el poder, Tenochtitlan estaba sitiada por los conquistadores españoles. La población sufría el hambre, la viruela y la escasez de agua.

El 13 de agosto de 1521 fue capturado mientras escapaba con su familia. Fue llevado ante Hernán Cortés, al que pidió morir por no haber sido capaz de defender su ciudad.

Sin embargo, su destino fue otro. Los españoles sometieron a Cuauhtémoc y otros dirigentes como Tetlepanquetzal, señor de Tlacopan, a tortura, ya que creían que habían ocultado el tesoro azteca. Al parecer fueron torturados aplicándoles aceite hirviendo a los manos y los pies. Ante las quejas de Tetlepanquetzal durante las torturas él respondió: ¿Y acaso crees que yo estoy en un lecho de rosas?

En realidad esta frase se popularizó en 1870 en una novela histórica  escrita por Eligio Ancona en 1870. La frase original que señala López de Gómara alude a si estaba él en algún deleite o baño.


El suplicio de Cuauhtémoc de Leandro Izaguirre.

martes, 27 de marzo de 2012

Critón, le debemos un gallo a Asclepio

Sócrates.

Sócrates (Atenas, 470 – 399 a. C.) fue uno de los representantes principales de la filosofía griega.

En el año 399 a.C. le juzgaron por no reconocer a los dioses atenienses y corromper la juventud. Fue declarado culpable y condenado a muerte mediante el envenenamiento por cicuta. Pudo librarse de la condena gracias a algunos amigos influyentes, sin embargo prefirió acatar las leyes de la ciudad y morir.

Según lo narrado por Fedón, tras tomarse la cicuta estuvo paseando y cuando comenzaron a pesarle las piernas se tumbó y se tapó con una sábana. El veneno fue invadiendo su cuerpo, desde los pies hacia arriba. Cuando había llegado a la zona del vientre, se destapó y dijo a uno de sus discípulos: Critón, le debemos un gallo a Asclepio. No te olvides de pagárselo.

Existen numerosas interpretaciones respecto a esta frase. No está claro si se trata de una ironía, en la que Sócrates agradece al dios de la salud una muerte sanadora, si se trata de una deuda real o si intentaba demostrar que no era un hombre impío a pesar de que por eso se le condenaba.

Muerte de Sócrates. Jacques Louis David.